SENDEROS DEL LLANO DE LA PERDIZ (GRANADA)
La excursión se inicia, como siempre, en la puerta de tu
casa. Luego comienza el recorrido. Siempre hay uno “que más que correr, vuela”.
¡Para quemar energías! Dice.
Hay paradas repentinas para ver el mapa, organizar el
recorrido y contratar en el GPS a una señorita (voz) para que nos vaya
diciendo.
Granada se cruza a vuelo de pluma. ¡Ya estamos en los
TRISTES!
Empieza la subida a la Fuente del Avellano.
Desde allí ya no hay seguridad. Un sendero, en sombras,
repta entre vegetación y se va dividiendo en dos o tres opciones cada cien o
doscientos metros.
¡Vamos por aquí! Dice el de delante. Se desciende a una era
y siguiéndola se llega a la ribera del río Darro y a partir de aquí no hay
continuidad.
¡¡Vuelta!!
¡Está usted en este punto! Dice la señorita del GPS. ¡Calla,
leche!
La alternativa es subir, casi a escalada, para remontar el
farallón.
Se llega a una vereda más o menos bien por dónde circulan
ciclistas. ¡Qué valientes!
Seguimos en sombras.
La vereda en sí no está mal pero a la izquierda hay, en
algunos momentos, caída libre. Siguiéndola vemos a un ciclista de vuelta ¡¡Mala
señal!! Yo por ahí no sigo ¡nos dice! Pero nosotros como vamos sin máquina
seguimos.
¡Espera que hay una división! ¿Qué dice el mapa? Vamos a
seguir para adelante.
¡Está usted en este punto! Dice la señorita del GPS. ¡Y dale
con la señorita!
Acabamos en una repisa. El “que más que correr, vuela”
quiere poner a prueba su temeridad.
¡Que no! ¡Que yo por ahí no paso! Le dice un compañero.
¡Volvemos! Y como hay un nuevo farallón hay otra subida en
escalada.
Se asciende a otra vereda de las mil veredas que hay en esta
cara del monte.
La seguimos y vemos a otro ciclista que viene y que nos
pregunta cómo está el sendero. Le desaconsejamos que siga por dónde nosotros
venimos ¡De todas maneras seguiré un poco para ver! nos dice. Seguimos y,
efectivamente, al poco rato viene de vuelta. ¡Por ahí es que no paso!
Seguimos y se divide la vereda. El ciclista tira a la
izquierda hacia el Sacromonte y nosotros a la derecha hacia el Llano de la
Perdíz. ¡Esto es ya más humano! ¡Si hasta hay sol!
Pero como hay que meterle emoción a la excursión ¡como si no
la hubiese tenido! la vuelta la hacemos deslizándonos de nuevo hacia el
Avellano. Cogemos una vereda que sale hacia atrás desde la Silla del Moro y nos
volvemos a la cara umbría y terrorífica. Hacemos unos zigzags y llegamos a una
bajada maldita. Aquí hay que bajarla culeando y agarrándose a una raíz
providencial que sale de la tierra. Una vez pasado el paso maldito descendemos
zigzagueando hasta el sendero ancho de la Fuente del Avellano y ¡¡Plaf!! ¿Pero
hombre no ves que soy ciego? nos dice un hombre que subía con su perro. Perdona
le dice el “que más que correr, vuela”
pero no me había dado cuenta.
Ya estamos por fin en terreno firme.
Y ya puestos vamos a subir ahora la Cuesta del Chapíz para “albaycinear”.
Nuestro trayecto ha quedado recogido en el mapa del móvil.
Pero ¡chico! el Albaycín está magnífico. Callejeamos y volvemos por la Cuesta
de la Alhacaba y a grandes zancadas recorremos la Avenida de la Constitución
hasta nuestro domicilio.