05 - IV - 2012
Luis ALEJANDRE*
Jueves Santo
Es uno de los tres jueves «que brillan mas que el sol», aunque este año miremos al cielo dubitativos, deseando por una parte que venga la lluvia, palie la sequía que sufrimos y evite el trágico espectáculo de ver arder nuestros más bellos bosques, o por otra, que escampe y permita que miles de cofrades salgan a la calle en procesión recordando el sacrificio de Cristo. Pero, que llueva o no llueva, no depende de nosotros. Peor es la lluvia de dudas, de mensajes contradictorios que vive nuestra sociedad. Me duele reconocerlo, pero se me presentan varias Españas, cada una por su lado, olvidando que en momentos de crisis la unidad es vital para salir de ella. Es como si un enfermo postrado en la cama de un hospital presenciase cómo discuten acaloradamente varios médicos, acusándose mutuamente del mal estado del paciente: unos, al cirujano por no haber operado a tiempo; éste, al internista por un mal diagnóstico; ambos, al de cabecera por no haber actuado desde el comienzo; todos, al gerente, al director y al ministerio, por falta de medios. Y cuando todos sólo coinciden en que la situación del enfermo es grave, éste no tiene otra salida que resignarse y encomendarse al buen Dios pensando que ha llegado el fin de sus días.Hace una semana hemos vivido una huelga general en la que se ha visto de todo, porque el reconocido derecho constitucional tuvo variadas interpretaciones, algunas de ellas como la de la guerrilla urbana de Barcelona, verdaderamente preocupante. Estos mismos días, mientras el Gobierno anuncia medidas quirúrgicas propias de una economía de guerra, surgen voces disolventes hablando de «aguas sucias», otras de fracasos sin más armas que la de la admitida mentira política, creando incertidumbres en casa y en el extranjero. Algo así como si los pirómanos de las incomparables Fragas del Eume acusasen a los bomberos y a
Hemos perdido el sentido de la ponderación y ciertos medios acumulan responsabilidades y culpas por incentivar la pérdida de rumbo que nos puede llevar a una solución a la griega o a un conflicto mucho más grave. No olvidemos cómo terminó la crisis de 1929. Creo sinceramente que las condiciones sociales son diferentes, pero también sé como se enciende y destruye un Sarajevo o un Dubrovnik en pocos meses. Y no hace demasiado tiempo que pasó y en el propio corazón de Europa, no en un desierto perdido del centro de Asia. Las espirales de violencia son de muy difícil predicción. Se sabe cuándo y cómo empiezan, pero no cuándo y cómo terminan.
En medio de todo, el ciudadano de a pie, el que no ha provocado la crisis y que llevará sobre sus espaldas
Hoy, Jueves Santo, sería buen día para recapacitar sobre lo que depende de nosotros. Ya se encargará la lluvia de que salgamos a la calle o nos refugiemos en las parroquias. De lo otro, sí podemos hacer. De lo que entraña responsabilidad, trabajo, honestidad, únicos instrumentos que pueden sacarnos de
No puedo olvidar hoy a soldados y marineros que en tierra extraña recuerdan estos días las tradiciones de sus pueblos, ni a un soldado excepcional como Antonio Mingote, que escogió esta Semana Santa para encomendarse al Señor. La lluvia, el brillo del sol, los recuerdos, las procesiones, los ausentes, todo se mezcla y se recoge en nuestra alma deseando que venza la lógica del respeto sobre la arbitrariedad del caos. Y no perdamos la fe en nosotros mismos como pueblo. Seremos lo que nos ganemos a pulso, llueva o no llueva este Jueves Santo.
Luis Alejandre
General (R)
General (R)
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